sábado, 19 de agosto de 2017

HOMENAJE A DON BERNARDO O’HIGGINS.

PROF. HAROLOQUINTEROS. 20 / 08/ 2017. En el 239° aniversario de su nacimiento, don Bernardo O’Higgins Riquelme merece, por cierto, nuestro más cálido homenaje. A pesar de sus humanos deméritos, fue, sin discusión alguna, uno de los más grandes patriotas de Chile y Latinoamérica, los mismos que arriesgaron y hasta dieron sus vidas por la libertad e independencia de Chile y de los pueblos que fueron colonias del imperio español. Por muchos discursos que haya de por medio, este homenaje, si es realmente serio, consciente y sincero, no puede ser rendido por quienes han sido enemigos jurados de la verdadera independencia económica de Chile, como asimismo de la unidad corporativa de las naciones latinoamericanas, único expediente con posibilidad de éxito ante la dominación continental del imperio de hoy, el estadounidense, cual fue la explícita propuesta del patriota venezolano Simón Bolívar, a la que sin ambages se sumó O’Higgins. Tampoco puede ser sincero cualquier homenaje a Bernardo O’Higgins que provenga de quienes no reconocen los derechos de nuestro primer pueblo originario, los mapuches, por quienes el Libertador sentía profundo cariño y respeto. En este 20 de agosto, sólo recordaré dos situaciones con respecto al Padre de la Patria, casi olvidadas o ignoradas en nuestros días: 1.La bochornosa insolencia del pinochetismo de comparar a don Bernardo O’Higgins con su ídolo: Cuando el 16 de octubre de 1998 el ex - dictador Augusto Pinochet cayó en Londres en las manos de la justicia internacional, sobre cargos de graves crímenes de lesa humanidad, los admiradores del tirano igualaron ese incidente con el exilio de O’Higgins en Perú. Tal paralelo es tan ridículo como imposible. O’Higgins fue expulsado del país y condenado al exilio por sus enemigos políticos, la traicionera aristocracia criolla, la misma que en 1823 posaba de chilena mientras que en 1810 se declaraba española. El Patriota, además, no queriendo que se derramara una gota más de sangre en Chile, luego de tantos años de sangrienta guerra, abdicó al mando sin recibir ningún beneficio pecuniario. ¿Puede compararse ese anhelo de paz para Chile con el gobierno del sanguinario dictador? Además, a diferencia del exiliado O’Higgins, Pinochet, desconfiando de nuestros médicos chilenos, no partió a ningún exilio, sino viajó por su cuenta a Inglaterra a operarse de la columna, y allá lo capturó el juez español Baltasar Garzón. ¡Cómo comparar a O’Higgins con Pinochet! Más todavía: el Libertador era un valiente. Cercado por las balas y las bayonetas realistas, a su grito en Chacabuco “¡O vivir con honor o morir con gloria!”, se opone la pregunta: “Gustavo, ¿y si nos matan?”, revelada por el general Gustavo Leigh a la prensa en los años 80, cuando invitó al entonces vacilante Pinochet a sumarse al golpe de estado que derrocó al Presidente Constitucional de Chile Salvador Allende en 1973. Finalmente, el Padre de la Patria murió sin bienes materiales. Los pocos que tenía los repartió entre los inquilinos de la pequeña hacienda Montalván, que el gobierno peruano, agradecido, le regaló en el exilio, puesto que la última etapa de la guerra por la independencia del Perú fue enteramente financiada por el gobierno de Chile, a cuya cabeza estaba el Director Supremo Bernardo O’Higgins. El Libertador murió pobre; tanto así, que en su lecho de muerte quiso dar fe de ello pidiendo ser enterrado vestido con un hábito franciscano, como símbolo de su pobreza al dejar este mundo. El dictador Pinochet, en cambio, se enriqueció hasta lo indecible en el poder, enriqueciéndose él y su familia hasta más allá del hartazgo. 2.La relación de O’Higgins con el pueblo mapuche. También llamo en este día la atención sobre el pensamiento indigenista de Bernardo O’Higgins. El Primer Padre de la Patria, que fuera en su infancia un niño bastardo llamado Bernardo Riquelme, fue matriculado por su joven madre doña Isabel en la escuela-internado “Colegio de Naturales de Chillán,” construido por los jesuitas en 1697, y regido por los padres franciscanos desde 1786. A este colegio sólo asistían los hijos de los caciques mapuches de Chillán, Los Ángeles y Concepción, de modo que doña Isabel debió conseguir un cupo especial en ese colegio, en el que su hijo estudiara en secreto. La razón del secreto era muy simple: no debía conocerse públicamente la identidad del pequeño Bernardo, hijo registrado en bautizo como ilegítimo; vale decir, no reconocido por su padre. Su progenitor era un irlandés, súbdito de la corona española, el ex – gobernador de Concepción y luego Virrey del Perú Ambrosio O’Higgins. La infancia de Bernardo fue feliz. El pelirrojo niño de muy blanca tez y ojos azules se distinguía de lejos entre sus compañeros de escuela, los morenitos hijos de los lonkos, con quienes estudió, durmió, comió y jugó en su niñez. Aprendió allí a la perfección la lengua mapuche, como también las historias de los héroes de sus amigos, Lautaro, Caupolicán y Galvarino. No es raro, entonces, que la admiración, cariño y comprensión de los derechos de los mapuches que sentía el Libertador por nuestra primera etnia originaria, tuvieran inicio en su infancia. A diferencia de la derecha aristocrática de ayer y a la neo-liberal de hoy, tanto civil como militar, O’Higgins consideraba a los mapuches como chilenos, aunque un pueblo de identidad propia y como tal con derecho a un territorio propio. Es decir, don Bernardo veía a Chile como una nación pluricultural y sólidamente unida en el respeto a la diversidad étnica. Oigamos la voz del propio Padre de la Patria, a través de la carta fechada en marzo de 1819, dirigida al Consejo de Lonkos de Concepción, que transcribo en sus partes esenciales: "El Supremo Director del Estado a nuestros hermanos los habitantes de la frontera del Sud. Chile acaba de arrojar de su territorio a sus enemigos después de nueve años de una guerra obstinada y sangrienta. Sus fuerzas marítimas y terrestres, sus recursos y el orden regular que sigue la causa americana en todo el continente, forman un magnífico cuadro, en que mira afianzada su Independencia. Las valientes tribus de Arauco, y demás indígenas de la parte meridional, prodigaron su sangre por más de tres centurias defendiendo su libertad contra el mismo enemigo que hoy es nuestro. ¿Quién no creería que estos pueblos fuesen nuestros aliados en la lid a que nos obligó el enemigo común? (…) Siendo idéntica nuestra causa, no conocemos en la tierra otro enemigo de ella que el español. No hay ni puede haber una razón que nos haga enemigos, cuando sobre estos principios incontestables de mutua conveniencia política, descendemos todos de unos mismos Padres y habitamos bajo el mismo clima; y las producciones de nuestro territorio, nuestros hábitos y nuestras necesidades respectivas nos invitan a vivir en la más inalterable buena armonía y fraternidad (…).Yo os ofrezco como Supremo magistrado del pueblo chileno que de acuerdo con vosotros se formarán los pactos de nuestra alianza, de modo que sean indisolubles nuestra amistad y relaciones sociales (…) Araucanos, cunchos, huilliches y todas las tribus indígenas australes: ya no os habla un Presidente que siendo sólo un siervo del rey de España afectaba sobre vosotros una superioridad ilimitada; os habla el jefe de un pueblo libre y soberano, que reconoce vuestra independencia, y está a punto de ratificar este reconocimiento por un acto público y solemne, firmando al mismo tiempo la gran Carta de nuestra alianza para presentarla al mundo como el muro inexpugnable de la libertad de nuestros Estados.” ¿Tienen algo en común las ideas del Primer Padre de la Patria sobre el pueblo mapuche con quienes lo han masacrado, despojado de sus tierras de habitación y labranza por siglos, además de no respetar su cultura y sus tradiciones? No, claro que no. Ante la permanente y brutal represión militar de Estado contra los mapuches, que se ha agudizado en las últimas décadas, la resistencia armada de ese pueblo ha sido sólo una consecuencia natural, lamentable hecho que no fue provocado por los hijos de Caupolicán y Lautaro. Que se reconozcan sus derechos, adquiridos legalmente hasta el pasado reciente, y habrá en la Araucanía la paz y la armonía con la que soñaba el Libertador. Homenajear de verdad a Bernardo O’Higgins es creer sinceramente en su legado ideológico de independencia económica, unidad latinoamericana, justicia, paz y felicidad para todos los que vivimos en Chile, sin exclusión alguna.

martes, 2 de agosto de 2016

El SISTEMA CHILENO DE JUBILACIÓN: ÚNICO EN EL MUNDO.

HAROLDO QUINTEROS. 2 DE AGOSTO DE 2016 El experimento neo-liberal introducido a fondo en Chile por la fuerza bruta en 1973, es un caso único en el mundo. Esto, porque precisamente, sólo pudo introducirse… por la fuerza bruta, y jamás en democracia. La majadera alharaca sobre el “éxito” del sistema neo-liberal vigente, que durante más de cuatro décadas vienen repitiendo sus partidarios, es enteramente cierta, pero sólo en cuanto la bonanza se concentra donde reside el gran poder económico. En verdad, sus efectos sociales han sido indiscutiblemente desastrosos. La Educación, transformada en servicio (es decir, en mercancía) es desigual, mediocre y elitista como ninguna otra a escala planetaria; en cuestión Salud, vemos cómo cada día acuden a la prensa padres desesperados solicitando dinero para solventar medicinas o millonarias operaciones para sus hijos; y en materia de pensiones… ni hablar. Probablemente es en este rubro en que el sistema alcanza su clímax en cuanto escándalo, además, obviamente, de la impronta de desigualdad que también caracteriza a la Educación y la Salud. Por lo menos, las recientes masivas manifestaciones populares en contra de las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP) reflejan el evidente hecho que el pueblo de Chile, por fin, se ha rebelado de verdad, y de manera rotunda. Por cierto, definitivamente se ha dado cuenta que las AFP fueron técnicamente una estafa. Fue la más vulgar de las mentiras de la dictadura - como lo aventaba el audaz José Piñera, el gran creador de las AFP- que los afiliados a ellas tendrían como jubilación, por lo menos, el equivalente de lo que ahorrarían. La verdad es que las AFP eran puro lucro, otro nicho de negocios más para las mismas mega-empresas y bancos nacionales y transnacionales privados que terminarían haciéndose dueños del país en menos de tres décadas. Es decir, el sistema no tenía el objetivo democrático, moral y universal de pensionar con dignidad a quienes trabajaron toda la vida para engrandecer el país, sino ganar más y más plata apropiándose y especulando con dinero ajeno, i.e., los ahorros de los trabajadores acumulados por ellos llegado el momento de marchar al descanso. La verdad pura, repito, es que las AFP fueron y siguen siendo una estafa, un robo legal como probablemente nunca hubo otro igual en toda nuestra historia. La dictadura gobernó sólo y exclusivamente en favor de los capitalistas, y las AFP son la prueba más tangible de ello. Sólo el año pasado se acumularon 4,5 billones de pesos, y repartieron sólo una pequeña parte de esa suma; exactamente 2,3 billones; en estado contribuye con poco más de un billón. En otras palabras, al igual que en materia de Educación y Salud, el Estado (que no es otro que el referente de todo el pueblo chileno) contribuye a que los ricos se hagan más ricos dejando a ellos la mayor parte de los ahorros por pensiones, y a los que trabajan, más pobres. Los astutos consejeros de la dictadura (que hoy rasgan vestiduras ante “lo mal” que lo hacen los gobiernos de Nueva Mayoría, NM, en materia de pensiones y todo lo imaginable), son hoy los capos políticos de la derecha nacional. Obviamente, ellos no cambiarán el sistema, porque son sus creadores. Lo introdujeron en Chile siguiendo fielmente las instrucciones del primer mentor del neo-liberalismo, el primer ideólogo de la muy yanqui Escuela de Chicago, Milton Friedman. Quizás lo atenúen un poquitín ante el levantamiento popular en marcha, pero no lo cambiarán por el sistema universal tripartito, basado en el reparto solidario, con contribución de los patrones, del Estado y del trabajador, lo que es típico de las economías mixtas. En cuanto NM, poco se puede esperar. Sus dirigentes mayores y sus políticos profesionales han sido definitivamente absorbidos por el sistema; por lo tanto, es difícil que se aventuren a jugarse por la eliminación de las AFP. Un solo botón de muestra es el bochornoso incidente que acaba de protagonizar el diputado Andrade con la jubilación de su ex – cónyuge, de más de 5 millones de pesos, con sólo 52 años de edad y con muy poco más de 20 años de trabajo. Hasta hoy, el gran argumento de los inventores de las AFP, capitaneados por Kast, la "Cata" Edwards y otros políticos UDI o de la misma pluma, es el supuesto “fracaso” del sistema de reparto en Europa. Nada más falso. No fracasó el sistema tripartito de reparto en Europa. Por el contrario. Ante la crisis de la banca internacional por el exceso de movilidad de capitales especulativos, algunos gobiernos, como el de Rajoy, recurrieron a los fondos de pensiones (que administra el Estado, y no agentes privados), para salvarla. Es lo que hizo la dictadura de Pinochet en los 80 con la banca privada nacional. En verdad, lo más probable es que la medida, que ha producido serias tensiones sociales en España, serán transitorias, mientras la banca se recupera y devuelve los créditos que recibió del Estado. No fue así en Chile, en que los 5 billones de dólares que se pasaron a la banca se hicieron bajo el régimen de crédito “blando” que al final sólo favoreció a ella. España, mal que mal, es una democracia, y eso no sucederá. Ahora, una reflexión que cabe de Perogrullo: ¿Por qué las FF AA siguieron en el antiguo sistema público, aquel que era de todos los chilenos antes de 1973? Por supuesto, porque toda dictadura, sea militar o seudo-democrática como es la que hoy rige al país, necesita tener contentos a sus guardianes armados. En todos los países del mundo, sobre todo en las democracias, no hay pensiones de privilegio. Todo jubilado recibe alrededor del 65 al 100% de su último salario, además de incontables prebendas en atención médica, descanso, viajes y otras alegrías. Hoy, para los chilenos de las AFP su jubilación bordea la tercera parte o menos de lo que fueron sus salarios. Según cifras oficiales, el 50% de los trabajadores chilenos gana menos de $305.000; el 70%, menos de 450.000, y sólo el 20%, más de $600.000. Además de esas miserias, ahora observen la burla: al mes, según datos oficiales, las pensiones promedio de la oficialidad militar fluctúan entre $ 1.489.497 y 1.622.680, mientras que el promedio de las mejores jubilaciones AFP es de apenas $ 180.898. El 90,9% de estos pensionados recibe una pensión igual o menor a $ 149.135, y el 68%, de 55 a 60 años, ha acumulado en su cuenta menos de $ 20,000.000, lo que significa que al jubilar tendrá una pensión de sólo unos $ 100.000 mensuales. Esto explica por qué los jubilados chilenos deben seguir y morir trabajando, más aun si tienen todavía hijos estudiando o están endeudados hasta los tuétanos. Un equipo de CENDA, liderado por el economista Manuel Riesco, publicó hace unos años un estudio muy poco conocido sobre las AFP. Entre otras sorpresas, demostró que de cada tres pesos que ellas recaudan, tanto por la vía de cotización como de subsidios estatales, dos se quedan enredados entre las AFP y los dueños de los grandes grupos financieros nacionales e internacionales, ¡los mismos dueños de las AFP!. No obstante, la conclusión más importante de Riesco fue otra. Su estudio demostró que si el sistema nacional de pensiones volviera a ser estatal, las pensiones de las AFP serían iguales a las del sistema público (IPS). Por supuesto, si el sistema no observara el lucro, las pensiones serán aun mejores. “La pregunta del millón” es obvia: ¿por qué no se ha eliminado o modificado el sistema de las AFP? Pues, simplemente, porque se ha entronizado en el orden económico actualmente vigente, orientado exclusivamente a la ganancia de las grandes empresas, que como sabemos, además ni siquiera pagan impuestos al Estado. Este es un orden que ni la derecha (sus creadores directos), ni NM, indecisa, errática, y en mayor o menor medida, comprometida con él, quieren cambiar. Bachelet no propuso en su campaña electoral eliminar el sistema, pero sí crear una AFP estatal sin fines de lucro, promesa todavía incumplida. En verdad, la eliminación o modificación sustancial del sistema AFP sólo necesita la mayoría absoluta de los senadores y diputados en ejercicio, como así lo estipula el Artículo 19, inciso 18 de la Constitución. Es decir, si el gobierno lo quisiese, podría iniciar, ya, ahora mismo, la tramitación del fin del sistema, puesto que cuenta con esa mayoría. Ergo, no es la actual clase política la que resolverá el problema.

viernes, 1 de julio de 2016

MICHELLE, LA APLICADA DISCÍPULA DEL IMPERIO.

PROF. HAROLDO QUINTEROS. 29 / 06 / 2016. Con toda seguridad, el 99,9% de quienes votaron por Bachelet en sus dos campañas presidenciales no tenían idea de sus conexiones con los estratos militares del imperio. Cuando fue designada por Ricardo Lagos (2000 – 2004) Ministra de Defensa, todo el mundo progresista estaba feliz. La designación no podía ser más simbólica: Michelle era hija del heroico militar constitucionalista y anti-imperialista Alberto Bachelet, asesinado inmediatamente después del golpe de estado de 1973. En verdad, eso sólo era el cebo del anzuelo. La realidad es otra, y no es de color rosa. Poco antes de asumir como Ministra de Defensa, Michelle Bachelet había partido al corazón del imperio a matricularse como alumna regular en el “Colegio Interamericano de Defensa (CID)," de Washington. ¿Qué es el CID? Es una academia militar norteamericana, situada sólo en territorio norteamericano, sin filiales en ninguna otra parte del continente americano, y cuyos instructores son exclusivamente norteamericanos, tanto militares como de adoctrinamiento político. Según sus principios fundacionales, en el CID se forman tanto militares como “líderes civiles” que respondan a la doctrina del “interamericanismo,” esa vaguedad con que los gringos así gustan llamar a lo que, al fin de cuentas, sólo refleja su dominio en el continente. En uno de sus informes, el CID se jacta de haber graduado a unos 2700 militares y civiles, egresados que en sus países han llegado a ser generales, almirantes o "sus equivalentes civiles," y, bueno doña Michelle Bachelet, en calidad de “equivalente civil” es la mejor muestra. Muy sugestivamente, el CID fue fundado en 1962, justamente a sólo meses de la derrota que el pueblo cubano propinara al imperialismo en Playa Girón, y apenas un año antes del inicio de la intervención directa de EE UU en la guerra civil que se libraba en Vietnam, la que más tarde se transformaría en la guerra total que perdiera tan estrepitosamente en 1975. El CID tiene una historia realmente macabra para los pueblos de América Latina. Por años, en grupos de cientos, han partido a formarse allí “militares y civiles” latinoamericanos funcionales al dominio continental de la super-potencia americana. Allí se formaron militar e ideológicamente los militares chilenos y sudamericanos que protagonizaron los golpes de estado de los años 70, actuando en ellos en calidad de fusileros, comandos de exterminio y torturadores, en los marcos de la Operación Cóndor, aquella conspiración criminal fraguada íntegramente en Washington. Según informes del propio CID, esta institución constantemente “realiza viajes a América Latina” y “es financiada por la OEA y la Junta Interamericana de Defensa (JID),” una especie de brazo militar de la OEA, que en su declaración de propósitos, señala que éstos consisten “la defensa en el Hemisferio…” ¿defensa hemisférica ante quién? ¿De los rusos comunistas, de los chinos, de los marcianos? Por cierto, EE UU es un país que está en permanente estado de guerra en todos los continentes, pero los latinoamericanos, ¿con quién lo estamos? Hasta hoy, como pantalla, el CID, este invento yanqui por donde se lo mire, exhibe su condición de instituto “interamericano”, y para esta farsa le viene a las maravillas aparecer también co-fundado por la OEA, esa patética extensión del imperio hacia su patio trasero que no ha hecho más que seguir sus designios. En efecto, en el acta de fundación del CID figuran como firmantes Dean Rusk, Secretario de Estado de EE UU del gobierno de Kennedy y José Antonio Mora, el entonces lacayuno Secretario General de la OEA. Como desde los años 90, el ala “progresista” de la Concertación, con Lagos a la cabeza, había pensado en Michelle Bachelet como la titular ideal del Ministerio de Defensa en alguno de sus gobiernos para desde allí proyectarla hacia la presidencia de Chile, la aún joven hija de Alberto Bachelet se matriculó como alumna de “Estrategia Militar” en la Academia Nacional de Estudios Políticos y Estratégicos de Chile (todo en secreto, obviamente… ¿o lo sabía usted, lector?) Eso, al fin y al cabo, podría ser digerible, aunque a duras penas, sabiéndose que por entonces Pinochet estaba vivo y el Ejército era más que nunca conservador y todavía golpista con sus “ejercicios de enlace”, los “cara pintadas”, etc. Aun así, era digerible, porque al fin y al cabo, esa academia es chilena. Pero, ¡demonios!, ¿puede alguien explicar por qué Michelle Bachelet partió a “educarse” al CID, academia de guerra yanqui cuyo único fin, como la Escuela de las Américas y otras, no es otro que aplastar toda resistencia en el continente al dominio imperialista? El diario inglés The Guardian, según nota escrita por Karen Calabria, para la “Oficina del Departamento de Estado de EE UU sobre Programas de Información Internacional,” Bachelet viajó al CID hace exactamente tres meses, el 30 de marzo pasado, inviatada a recibir dos galardones otorgados por el CID a sus más conspicuos ex - discípulos, el título de “Master Honoris Causa” y la “Medalla del Consejo de Delegados.” Además le requirieron que hiciera un discurso. Según el diario inglés, la Presidenta, entre otras acotaciones, dijo: “Observé que una de las barreras para la democracia plena era la (carencia de) comprensión entre el mundo militar y el mundo civil. Hablaban idiomas diferentes. Yo quería ayudar en eso. Yo podía ser un puente entre esos dos mundos.” Idílico cuadro de amor entre los pueblos de América Latina y sus verdugos, los militares lavados cerebralmente precisamente en el CID, y entrenados para repetir la Operación Cóndor y la experiencia chilena de 1973 cada vez que sea necesario. Por lo demás, la alusión a las contradicciones existentes entre “mundo militar y el mundo civil” son sólo efecto de algo más profundo, el hecho empíricamente probado que la mayor parte de las instituciones armadas latinoamericanas, al fin de cuentas, han servido y siguen sirviendo los intereses de las transnacionales estadounidenses y, obviamente, los de sus cómplices, las oligarquías nacionales. En otras palabras, la gran barrera para la democracia en el sub-continente latinoamericano no es otra cosa que la pobreza y las enormes desigualdades sociales, producto de la dominación política y económica del imperio estadounidense sobre nuestros países, con la complicidad de la clase dominante criolla. Finalmente, The Guardian anota que Bachelet hizo estas declaraciones “comentando sus estudios de Ciencia Militar (en el CID), los que condujeron a su nombramiento en 2002 como la primera mujer que ejerció el Ministerio de Defensa en Chile.” Ergo, más que Lagos, la nombró Ministra el Departamento de Estado de EE UU. La continuidad del sistema neo-liberal impuesto a Chile por el imperio, la postura anti-latinoamericana de los gobiernos chilenos frente a la hermana Venezuela, el apoyo inmediato que dio Lagos a los golpistas venezolanos de ultra-derecha pro-yanquis en 2002, la reciente firma de Bachelet del TPP, etc., etc., son, al fin de cuentas, situaciones perfectamente coincidentes con lo que realmente ella encarna.

miércoles, 29 de junio de 2016

MICHELLE, LA APLICADA DISCÍPULA DEL IMPERIO.

PROF. HAROLDO QUINTEROS. 29 / 06 / 2016. Con toda seguridad, el 99,9% de quienes votaron por Bachelet en sus dos campañas presidenciales no tenían idea de sus conexiones con los estratos militares del imperio. Cuando fue designada por Ricardo Lagos (2000 – 2004) Ministra de Defensa, todo el mundo progresista estaba feliz. La designación no podía ser más simbólica: Michelle era hija del heroico militar constitucionalista y anti-imperialista Alberto Bachelet, asesinado inmediatamente después del golpe Estado de 1973. Sin embargo, eso sólo era el cebo del anzuelo. La verdad es otra, y no es de color rosa. Poco antes de asumir como Ministra de Defensa, Michelle Bachelet había partido al corazón del imperio a matricularse como alumna regular en el “Colegio Interamericano de Defensa (CID)," en Washington. ¿Qué es el CID? Es una academia militar norteamericana, con instructores exclusivamente norteamericanos, tanto militares como de adoctrinamiento político. Según sus principios fundacionales, en el CID se forman tanto militares de EE UU y de todo el continente americano, como también “líderes civiles” que respondan a la doctrina del “interamericanismo,” esa vaguedad con que los gringos así gustan llamar a lo que, al fin de cuentas, sólo refleja su dominio en el continente. En efecto, en uno de sus informes, se jacta de haber graduado a unos 2700 militares y civiles, que en sus países han llegado a ser generales, almirantes o "sus equivalentes civiles," y, bueno doña Michelle Bachelet es la mejor muestra. Muy sugestivamente, el CID fue fundado en 1962, justamente sólo un año después de la derrota que el pueblo cubano propinara al imperialismo en Playa Girón, y sólo meses antes que EE UU iniciara su intervención directa en la guerra civil que tenía lugar en Vietnam, la que más tarde se transformaría en la guerra total que perdiera tan estrepitosamente en 1975. El CID tiene una historia realmente macabra para los pueblos de América Latina. Cada año, en grupos de cientos, parten a formarse allí las huestes de las satrapías latinoamericanas funcionales al dominio continental yanqui. Allí se formaron militar e ideológicamente los militares chilenos y sudamericanos que protagonizaron los golpes de estado de los años 70, actuando en ellos en calidad de fusileros, comandos de exterminio y torturadores; todo en los marcos de la Operación Cóndor, aquella conspiración criminal fraguada íntegramente en Washington. Según informes del propio CID, esta institución constantemente “realiza viajes a América Latina” y “es financiada por la OEA y la Junta Interamericana de Defensa,” la versión militar de la OEA. Hasta hoy, como pantalla, el CID, un invento yanqui por donde se lo mire, exhibe su condición de instituto “interamericano”, y para esta farsa, obviamente, aparece también co-fundado por la OEA, esa patética extensión del imperio hacia su patio trasero que no ha hecho más que seguir sus designios. En el acta de su fundación, figuran como firmantes Dean Rusk, el Secretario de Estado de EE UU del gobierno de Kennedy, y José Antonio Mora, el entonces lacayuno Secretario General de la OEA. Como desde los años 90, ya se había pensado en Michelle Bachelet como titular del Ministerio de Defensa en algún gobierno de la Concertación, para desde allí proyectarla hacia la presidencia de Chile, se matriculó como alumna de “Estrategia Militar”, en la Academia Nacional de Estudios Políticos y Estratégicos de Chile (todo en secreto, obviamente… ¿o lo sabía usted, lector?) Eso, al fin y al cabo, podría ser digerible, aunque a duras penas, sabiéndose que por entonces Pinochet estaba vivo y el Ejército era profundamente conservador y todavía golpista con sus “ejercicios de enlace”, los “cara pintadas”, etc. Al fin y al cabo, esa academia es chilena. Pero, ¡demonios!, ¿puede alguien explicar por qué Michelle Bachelet partió a “educarse” al siniestro CID, academia de guerra yanqui cuyo fin, como la Escuela de las Américas y otras, no es otro que aplastar la lucha de nuestros pueblos por liberarse del dominio imperialista? El diario inglés The Guardian, según nota escrita por Karen Calabria, para la “Oficina del Departamento de Estado de EE UU sobre Programas de Información Internacional,” Bachelet fue invitada hace un tiempo al CID a hacer un discurso. Según el diario inglés, la Presidenta dijo textualmente: “Observé que una de las barreras para la democracia plena era la (carencia de) comprensión entre el mundo militar y el mundo civil. Hablaban idiomas diferentes. Yo quería ayudar en eso. Yo podía ser un puente entre esos dos mundos.” Idílico cuadro de amor entre los pueblos de América Latina y sus verdugos, justo lo que es deleite para los oídos del amo imperial. Además, ¿no será que la barrera más grande para la democracia plena en el sub-continente latinoamericano es la dominación política y económica yanqui sobre nuestros países, en complicidad con las oligarquías nacionales? Finalmente, según The Guardian, Bachelet hizo estas declaraciones “comentando sus estudios de Ciencia Militar (en el CID), los que condujeron a su nombramiento en 2002 como la primera mujer que ejerció el Ministerio de Defensa en Chile.” En otras palabras, más que Lagos, la nombró Ministra el Departamento de Estado de EE UU. La continuidad del sistema neo-liberal impuesto a Chile por el imperio, la postura anti-latinoamericana de los gobiernos chilenos frente a la hermana Venezuela, el apoyo inmediato que dio Lagos a los golpistas venezolanos de ultra-derecha pro-yanquis en 2002, la reciente firma de Bachelet del TPP, etc., etc., son, al fin de cuentas, situaciones perfectamente coincidentes con lo que realmente ella encarna.

lunes, 6 de junio de 2016

LA QUERELLA DE LA PRESIDENTA

PROF. HAROLDO QUINTEROS. 5 de junio de 2016. La oposición al gobierno se ha anotado un nuevo gol. No hay que ser muy astuto como para no darse cuenta que todo el problema iniciado por la revista conservadora e hija putativa de la UDI "Qué Pasa" no ha sido sino una ingeniosa trampa en la que la Presidenta y sus asesores, tan ingenuos como ella, cayeron como niños. El ardid no pudo ser más elaborado. Consistía en hacerla cometer estos errores: 1. Cualesquiera que sean los argumentos que tenga Bachelet sobre su derecho a defender su honra personal, ella no puede aducir que se querella como una “ciudadana” más del país contra una publicación; es decir, desprendiéndose de su condición de Jefa de Estado. Eso, aunque legalmente sea posible, no lo es en la realidad política, que es lo que realmente importa. Un Jefe de Estado es siempre tal, trátese de un Presidente o un Primer Ministro, aquí y en todo el mundo. Sólo como muestra, aunque la Presidenta alega que se querella como “ciudadana,” ha debido inevitablemente declarar La Moneda como su domicilio, pues, por supuesto, debe seguir cumpliendo funciones de Jefa de Estado. Además, cada día sus ministros y jefes de los partidos de la coalición de gobierno que encabeza le reiteran su respaldo, etc., etc. En suma, todo lo que haga Bachelet es político e inherente a su condición de Presidenta del país; por lo tanto, la suerte que corra la querella afecta mucho más al Poder Ejecutivo del país que a la ciudadana Michelle Bachelet. 2. Ni Doña Michelle ni sus asesores se dieron cuenta que el estigma que le han colgado sus enemigos políticos es que ella encarna hoy al Primer Jefe de Estado en democracia que se querella formalmente contra un medio periodístico en nuestro país. 3. Tampoco calcularon que el solo hecho de querellarse tendría que forzosamente levantar una polvareda nacional e internacional tanto por parte de la prensa conservadora de derecha, como de la generalidad de los organismos que agrupan a las asociaciones periodísticas de todos los colores y países. 4. Otro error es NO haber hecho lo que hacen los jefes de Estado normalmente en todo el mundo cuando se los acusa infundadamente; esto es, primero, expresar su molestia; segundo, demandar aclarar las cosas, y finalmente exigir las consiguientes disculpas a los ofensores. La primera reacción de la Presidenta fue correcta, firme y propia de un Jefe de Estado. Calificó el ataque a su persona no sólo como una falsedad y un montaje, sino, además, como una “canallada.” Luego de ello, "Qué Pasa" se disculpó, lo que le daba a la Presidenta y al gobierno la gran oportunidad de desbaratar definitivamente la estratagema que se urdía en su contra, dejando a la revista opositora, ante los ojos de todo el país, como tendenciosa y mal intencionada. Luego de las disculpas de “Qué Pasa,” el gobierno pudo haber centrado sus ataques –incluso querellarse- contra un individuo, el ciudadano Juan Díaz, la persona sindicada como la iniciadora de la intriga, aunque no su real autora. No puede olvidarse que Díaz es uno de los formalizados en el caso Caval. Si bien es cierto que involucró a la Presidenta en él, no es menos cierto que lo hizo en conversaciones telefónicas que fueron captadas por la policía. De modo que, si se asume que la Presidenta es inocente, no debió querellarse. Si hubiese seguido los pasos mencionados, habría asestado un duro golpe a “Qué Pasa” y, además, castigado al falsario; y todo, sin haber irrespetado el derecho a la libertad de prensa. Como esto no se hizo, Esto fue un regalo que la oposición y “Qué pasa” aprovecharon muy bien, y siguieron felices con su plan. La revista retiró sus disculpas y volvió al ataque. 5. Bachelet y su equipo tampoco calcularon los efectos políticos de la querella. Cuando los abogados de la revista deban hacer su defensa ante los tribunales, lo harán con argumentos que nadie hasta hoy conoce, ni siquiera el gobierno. No sería extraño que esto complique más las cosas para la Presidenta, puesto que se verá obligada a nuevas respuestas e interminables contra-contra-contra- respuestas 6. El último error es el siguiente: la defensa de la revista alargará el trámite del libelo extendiéndolo indefinidamente, pasando por tiempos de elecciones y tomas de decisiones de Estado; vale decir, la querella estaría tramitándose en medio de la incertidumbre sobre su validez y su resultado final. Para entonces, en una atmósfera cargada de dudas, los enemigos del gobierno tendrán la mar de temas para la cotidianeidad politiquera, como todo lo que se destape en el juicio del caso Caval, y las peripecias que en él la nuera de la Presidenta todavía tiene que jugar. No puede ser más raro que Natalia Compagnon no ha dicho nada sobre la forma en que Juan Díaz la involucra en todo el caso, y que, además, no es testigo clave en favor de la Presidenta en la querella. En fin, la Presidenta y sus asesores no calcularon nada, ni la bomba que muy sospechosamente hizo estallar “Qué Pasa,” ni lo que desde ahora sucederá en los tribunales. De seguro, la derecha no descansará en presentar a “Qué Pasa” como una dulce mártir de la causa de la libertad de prensa. Imagínense, una de las revistas más emblemáticas de la derecha política, la misma que controla más del 80% de los medios de comunicación de masas del país (de los cuales “Qué Pasa” es uno), que gobernó en una dictadura en que la obligación era callar… ahora exhibiéndose ante el mundo como mártir de la libertad de expresión. En suma, Bachelet no debió jamás querellarse. Así como se están dando las cosas, si la Presidenta no gana la querella en un 100%, el libelo no será más que un boomerang. Dicho más claramente, si la causa se sobresee, Bachelet (y, obviamente su gobierno) habrá perdido la querella porque en tales casos no hay culpables; y si la querella es admitida sólo en parte, y “Qué Pasa” recibe una sanción mínima, quedará la sensación que, al fin de cuenta, la revista (y Juan Díaz) no estaban faltando del todo a la verdad. Y, bueno, ni hablar si la pierde. Presidenta, por su bien ¡retire la querella!

martes, 10 de mayo de 2016

PROCESO CONSTITUYENTE: OTRO ENGAÑO MÁS.

PROF. HAROLDO QUINTEROS. 09 / 05/ 2016. Sin duda, suena duro, pero así es. Puesto que Chile está viviendo precisamente ahora momentos decisivos en su historia, momentos que determinarán su futuro, hay que hablar claramente y sin ambages. El llamado “proceso constituyente” impulsado por el actual gobierno, que, salvo algunos dimes y diretes baladíes entre la derecha tradicional chilena y Nueva Mayoría (NM), ya cuenta con el respaldo mayoritario de la clase política; es decir, la derecha histórica y buena parte de NM. Alerta, chilenos. Es ahora cuando hay que poner en tensión al máximo toda nuestra capacidad reflexiva y crítica. Lo que se nos está vendiendo como otra expresión más del “juego democrático chileno” es, para desgracia del pueblo, el segundo gran engaño fraguado entre cuatro paredes por un compacto grupúsculo de políticos profesionales, i.e., la inefable clase política chilena. El primero fue lo que debía ser el fin total del sistema binominal de elecciones, lo que hasta ahora no ha sucedido cabalmente. En verdad, lo que acordó la derecha y la Concertación-NM al respecto fue maquillar el viejo sistema binominal con un redistritaje a lo largo del país, más el aumento exagerado de “honorables,” lo que permitiría la posible elección de parlamentarios que no provengan del actual duopolio que integran NM y la derecha. En suma, el sistema de listas sigue vigente; por lo tanto, no hay proporcionalidad, cual es el método universal en toda democracia al elegir sus parlamentarios. Por cierto, los parlamentarios elegidos de partidos o coaliciones nuevas, no serán suficientes como para contrapesar el tradicional peso del duopolio. Pues bien, ahora, el fraude mayor: se nos dice que en estos marcos habrá una “nueva constitución.” Esto es básicamente falso. Veamos: Cuando el pueblo de Chile, aún en plena dictadura, decidió terminar con ella, su gran anhelo era el restablecimiento completo del sistema democrático. Ello implicaba, ineludiblemente, el cambio de la constitución política de 1980 por una nueva. Para ello, era preciso, primero, poner fin, total y de raíz, al sistema binominal de elecciones, el mismo que no permite terminar con la constitución de 1980; y, luego, redactar una nueva, que realmente reflejara lo que jurídicamente en todo el mundo se llama “soberanía popular.” El único expediente posible para conseguir ello, es la convocatoria y organización de la Asamblea Constituyente (AC). Razones para justificar este estancamiento de lo que debió ser el desarrollo democrático del país desde el fin de la dictadura, siempre van a sobrar: “Qué pretende usted? ¿No sabe que aquí rige el sistema binominal y que no podemos cambiar nada importante? ¿No sabe que los milicos están con la derecha y que si exigimos mucho puede haber otro pinochetazo como el 1973?, etc.” La constitución política de 1980 es intrínsecamente espuria e ilegítima, tanto moral como jurídicamente; es decir, ilegal. Esto es así desde cualquiera perspectiva. Se impuso bajo la égida de una dictadura, para luego ser “ratificada” en un fraude plebiscitario sin precedentes en toda nuestra historia nacional. Su único objetivo era sentar las bases del régimen económico actualmente vigente, cuyo fundamento fue el desmantelamiento de la propiedad pública y su traspaso a los grandes empresarios chilenos y a las mega-empresas transnacionales, con la consecuente hiper-concentración de la riqueza y la aflicción económica de la gran mayoría de los trabajadores y sus familias. Pues bien, el “proceso constituyente,” a punto de iniciarse, por muchos discursos y frases altisonantes que lo rodeen, sólo tiene por fin la preservación indefinida, con algún maquillaje externo, de las actuales estructuras jurídicas, políticas y económicas consagradas en la espuria constitución política de 1980, la misma que pretendidamente se dice que se quiere cambiar. Veamos los hechos: Como primer paso del proceso, se está llamando al pueblo a reunirse y discutir sobre lo que será la nueva constitución política. De partida, los acuerdos que se tomen no serán vinculantes; es decir, serán, en el mejor de los casos, sugerencias que llegarán … ¿a quiénes? , pues al Parlamento que se elija en 2017. Entonces, será ese Parlamento el que verá qué hace con esas sugerencias y, además, la forma en que finalmente se hará la constitución. Lo primero que llama poderosamente la atención es que, aunque el método de la AC es el único real y universalmente legítimo en estos casos, es un secreto a voces que no sólo figura como sólo una de cuatro alternativas (y además, la cuarta), sino, en los hechos, ya ha sido descartado. En otras palabras, los personajes que componen la clase política serán finalmente los autores de la nueva constitución. La primera pregunta que surge naturalmente de este cuadro es, ¿tiene el pueblo de Chile la confianza suficiente en los partidos políticos, sus dirigentes y mandatarios, como para confiar a ellos tan importante misión? Pues, no, y eso lo sabe todo el mundo. Por ello es que no se puede correr el riesgo de que una vez más, esta clase política, resuelva amigablemente NUESTROS problemas por la bendita vía de la “política de los acuerdos.” Por lo tanto, lo más probable, como ha sucedido ya mil veces, es que lleguen a un acuerdo sobre una constitución que deje contentos a todos; o sea, que siga la actual constitución, pero, claro, con algunos arreglos. El Parlamento que se elegirá en 2017, bajo las reglas de un sistema binominal bien maquillado, con dos tercios de los diputados y senadores, decidirá cuál será definitivamente el método que nos llevará a una nueva constitución. No será la AC, a menos que este nuevo fraude lo impida el pueblo chileno. Nadie ignora que la derecha entera y ya varios personajes de NM no la apoyan, y 66% de “honorables” por la democracia verdadera es, por cierto, un lujo en Chile en nuestros días. En suma, dicho crudamente: no habrá la suficiente mayoría de parlamentarios que estén dispuestos a cambiar nada de fondo de la actual institucionalidad. Insisto de modo tajante: Primero, la soberanía de una nación, LLEGADO EL MOMENTO DE CREAR UNA CONSTITUCIÓN POLÍTICA, reside únicamente en su pueblo, no en sus representantes, que fueron elegidos con anterioridad y para cumplir con otros objetivos y tareas. Este principio es universal en toda democracia, y se nos lo está escamoteando de modo flagrante. Menos aun puede la actual clase política nacional arrogarse unilateralmente una potestad que el pueblo no le ha delegado: su soberanía. Segundo, como el establecimiento de una constitución política debe ser única y exclusivamente producto de la explícita y abierta expresión de la soberanía popular, y como en este caso ésta sólo puede ser ejercida a través de la elección de una AC, debe convocársela. Es ella la que tendrá la única y exclusiva misión de la redacción de nuestra nueva Carta Magna. Finalmente, debe convocarse al pueblo a un plebiscito ratificatorio vinculante. El “proceso constituyente” ya en marcha es abrumadoramente engañoso. La AC apenas se sugiere, y si ésta finalmente no se establece, lo que habrán acordado los cabildos comunales y regionales propuestos no tendrá valor vinculante. Además, puesto que de parte de la clase política no existe la menor intención de dar curso a la AC, y conociéndose ya bien su menguada altura ética, su inveterada cultura de los acuerdos en secreto, y su general ineficacia política, este “proceso constituyente” no llevará a una realmente nueva Constitución. Dicho de una vez, sin AC, todo lo que hagan nuestros “honorables” no será representativo. Hay más todavía: además de hasta hoy la soterrada intención de la clase política de ser ella la autora exclusiva de la nueva constitución, el propio “proceso constituyente” adolece de graves fallas, si pensamos en representatividad y participación ciudadana. En efecto, la cantidad de cabildos es claramente menor a la cantidad de comunas que tiene el país; es decir, la gran mayoría de los ciudadanos ni siquiera se va a enterar del proceso y, en definitiva, el porcentaje de participación con respecto a la cantidad de electores en el mejor de los casos no excederá el 0,5% ciudadano. Como no basta criticar, proponemos: primero, no aceptar que se nos diga “harina, sabiéndose que es afrecho,” recordando a Violeta. Es preciso denunciar y desenmascarar este descomunal “cuento del tío.” Segundo, debemos todos dejar bien establecido, desde ya, que no aceptaremos ninguna seudo-representativa nueva constitución que no venga de una AC. Por lo tanto, debemos exigir, tras una permanente movilización social, que el “proceso constituyente” propuesto por el gobierno debe ampliarse en posibilidades de participación popular, y que forzosamente termine en la convocatoria y elección de una ASAMBLEA CONSTITUYENTE, SEGUIDA DE SU CORRESPONDIENTE PLEBISCITO RATIFICATORIO. No hay otro camino, si realmente queremos vivir en una democracia de verdad.

jueves, 21 de abril de 2016

LA MUERTE DE PATRICIO AYLWIN.

PROF. HAROKLDO QUINTEROS. Cuando alguien moría en la Grecia Clásica, se elegía a alguien para pronunciar el discurso fúnebre, que entonces podía ser un panegírico (es decir, una loa) o una "humillación del cadáver." Los sabios, luego de estudiar la vida y las obras del difunto, decidían cuál de esas opciones era la que correspondía en estos casos. Esa antigua costumbre helénica está muy bien graficada en la tragedia griega. Así por ejemplo, Electra, heroína de tres trágicos, Sófocles, Esquilo y Eurípides, declama en una de esas piezas un apasionado discurso contra el cadáver de Egistos, el amante de Clitemnestra, su madre, y asesino de su padre, Agamenón. Por supuesto, los tiempos han cambiado. Hoy, en estas circunstancias la cultura del duelo significa, en primer lugar, observar el mayor respeto ante quien acaba de fallecer, y enfatizar sus méritos por sobre sus deméritos. Por cierto, es justo que así sea, sobre todo, si ante cualesquiera humillaciones al estilo griego, hay acusaciones y actos adjudicados al difunto que éste, obviamente, ya no puede responder. Aun así, como también enseñaban los griegos, “todo tiene su límite,” y ese límite lo pone específicamente la Política. Si bien todo político que ha muerto debe ser respetado, también debe ser bien definido y medido con arreglo a lo que hizo en vida, sobre todo, si ha alcanzado las esferas más altas del poder. Esto debe hacerse, porque, ineludiblemente, es un deber ciudadano, en tanto la política es la gran y superior actividad del ser humano, “el animal político” por esencia. Las acciones que toda mujer u hombre público que tiene y ha tenido poder, tanto en vida, después de su mandato como también fallecido, afectan, afectaron y afectarán la vida de todos sus semejantes, para bien o para mal, y el perfeccionamiento de la actividad política, la estabilidad y el progreso de un colectivo humano, depende de la calidad del examen que se haga sobre lo que hacen e hicieron los políticos. Creo que no es eso lo que está ocurriendo con el recientemente fallecido político Patricio Aylwin. Lo primero fue su actuación en el golpe de estado que derrocó al presidente Allende. Aylwin fue uno de sus planeadores y ejecutores, una vez que dentro de la dirección de la DC de entonces pudo neutralizar a los dirigentes democráticos, como Tomic, Fuentealba, Leighton y algunos más. El proyecto golpista de Aylwin, Zaldívar y Frei Montalva, se transformó en un pacto secreto entre la DC y la golpista derecha de entonces, seguida por lo más granado de la derecha militar. Lo primero que salta a la vista es el hecho que desde 1971, la DC y la derecha estaban unidas en coalición, a pesar de lo disímil de sus programas políticos. Esa unidad se mantuvo incólume hasta bastante tiempo después del golpe, lo que hasta hoy muchos analistas chilenos y extranjeros (Duhamel, Garaudy, Münster, etc.) atribuyen a la existencia de un acuerdo fraguado entre esas fuerzas antes del golpe. Ese acuerdo ha sido acreditado por testigos civiles y militares y abundante documentación desclasificada de la CIA, y que siguen desclasificándose. También está totalmente acreditado que la gran condición que pusieron los militares para asestar el golpe, fue el compromiso de la DC de sumarse a él. Pues, aunque hoy no guste oírlo a muchos, esa es la verdad histórica. Tal compromiso de la DC no podía ser por “bolitas de dulce.” El pacto DC-derecha y militares golpistas contenía la promesa de los últimos de entregar el gobierno al líder mayor DC Eduardo Frei (que era presidente del Senado). Como muestra de lealtad en ese pacto, inmediatamente después del golpe Aylwin recorrió el mundo repartiendo el folleto anti-allendista "El Libro Blanco de la Unidad Popular", redactado por él mismo y los ideólogos de la derecha y ultra-derecha de entonces (hay una famosa fotografía de Aylwin y Pinochet revisándolo). Todo eso ocurría mientras en las cárceles se torturaba y mataba a mujeres y hombres partidarios del gobierno derrocado, cuestión que nadie ignoraba. Los golpistas, todos, realizaron felices la “humillación” griega del cadáver de Allende; es decir, la abyecta campaña oficial de la dictadura, seguida a diario por El Mercurio, La Tercera y La Segunda por envilecer la figura del Presidente muerto. Obviamente, ni él ni sus amigos y partidarios podían refutar nada. Empero, la DC fue traicionada. En 1975, Zaldívar, otro de los artífices del golpe, fue expulsado del país, miles de funcionarios DC de la administración pública, de la salud y la Educación fueron expulsados de sus puestos, mientras Frei salía silenciosamente de Chile, siendo recibido en Suiza, desde donde inició su acción anti-dictadura. Fue sólo entonces cuando la DC se volvió contra sus antiguos socios de la conjura que puso fin a nuestra antigua democracia. La famosa frase de Aylwin (que prefería una dictadura "de nuestros militares a una dictadura marxista"), que repitió en muchas oportunidades en Chile y en el extranjero, es, en sí, un error de lógica formal elemental. Antepone en el plano político dos entes distintos: uno, la "dictadura marxista," realmente político; y otro, que él supone neutral. Obviamente, lo que debió decir es que prefería una dictadura militar fascista de ultra-derecha a una dictadura socialista-marxista. Por lo tanto, su consciente participación en la conjura que derrocó al gobierno constitucional de Chile, que no era una dictadura marxista, fue para instalar la dictadura fascista de derecha que advino con Pinochet. Su silencio ante la infinidad de actos de lesa humanidad que ordenó la dictadura luego del golpe, sólo puede reflejar el estado de su conciencia, profundamente anti-democrática y oportunista, en todos esos meses anteriores al portazo que dio la dictadura a la dirección de la DC. No puede dejar de reconocerse la calidez humana que demostró espontáneamente al quebrarse emocionalmente en aquel famoso discurso de asunción a la Presidencia, que revelarían su pesar por haber guardado silencio ante los crímenes de la dictadura. Tampoco se deben olvidar las obras de su gobierno, luego de vencer al candidato de Pinochet Hernán Büchi en 1990. Sin embargo, esto último no debe exagerarse. Los sueldos no se “quintuplicaron” como hoy señalan algunos, ni tampoco se redujo ostensiblemente la inflación. Lo que quería entonces la mayoría nacional, primero, al ganar el NO, y segundo, al apoyar la candidatura presidencial de Aylwin, era la liquidación de la espuria constitución de 1980, y con ella, el fin de la subsidiaridad, y la recuperación del Estado de sus riquezas y empresas estratégicas, además de la Salud y la Educación. Nada de eso ocurrió en el gobierno de Aylwin, ni de ninguna administración posterior. En suma, respetos al fallecido, pero la abrumadora carga de homenajes, no los sienten, por lo menos, las víctimas del golpe que hasta hoy sufren sus efectos, como tampoco los chilenos que esperábamos que el primer presidente post-dictadura, elegido por nosotros, iniciara seriamente el camino a la democracia verdadera. .